El sábado 3 de agosto de 2013 tuvo un gustito especial. Sabía
que cuando caiga la noche (el horario del rock por excelencia), me iba a topar
con un recital que esperé durante mucho tiempo, y que ni el gélido clima de
Buenos Aires iba a detener: El regreso de Kefren.
Al llegar, la primera imagen fue el Kissmóvil, un Dodge 1500
naranja aerografiado con las caras de los integrantes de Kiss en el capot, y
las motos de siempre sobre la vereda, esas que escoltan todos los recitales de
Kefren desde sus primeros shows en Flores dos décadas atrás. Definitivamente
era ahí.
Al ingresar, el stand de Chelo con el merchandising
inagotable, las parejas de cuero y tachas, las caras conocidas que van y
vienen, los padres rockeros con sus hijos, y los que en el último recital de
Kefren no eran padres, y ahora llevan al pequeño a sus primeros conciertos. El
ambiente ideal para presenciar en familia kissera, en familia del rock, el
regreso de la banda argentina que mejor captó la esencia musical de los cuatro
carapintadas de New York.
El comienzo fue
puntualísimo y con “Pecado Mortal”, tema que da nombre al segundo disco, y “La
línea del diablo”, canción que bautiza al tercer trabajo de la banda. Desde
abajo se los vio muy divertidos, muy afilados y
afinados. Parecía como si estos casi 10 años no hubiesen pasado. Allí
estaban Sebastián Gava en voz y guitarra, Leonardo Moon en bajo y voz, Daniel
Key en Guitarra líder y voz, y el Dukke en batería.
Siguieron los temas que repasaron las cuatro placas, como
“Tu vanidad”, “No puedo culparte”, “Todo para mi” (siempre los del primer disco
tuvieron una recepción especial, como un plus en el público), “Placer dulce”,
“Hueco en el alma”, “Donde vas”, “Cama redonda”, “Tatuado en tu piel”, y un
final a puro pogo con “Todo Vale” y “Viviendo a mil”.
Luego fue el turno de los
bises, el momento más emotivo del show, ya que Sebastián dejó cantar al público
el comienzo de la balada “Orgullo de
mujer”, se emocionó hasta las lágrimas y
ya no pudo retomar el micrófono. Sólo esbozó palabras de agradecimiento. Siguieron
“En el bar” y para el grand finale, el hit de Kefrén, el tema que los llevó a
rotar por algunos canales de música y radios: Dame una Razón. Se vino abajo el
Roxy.
El futuro es incierto, hay rumores de CD y DVD en vivo, así que sólo nos queda esperar y ver qué nos
deparará, ya que cada uno también mantiene sus carreras solistas en paralelo, y
los proyectos de Sebastián y Dukke, la
banda de covers “Kiss My Ass”. Lo cierto
es que Kefren volvió para quedarse, y que 10 años no son nada.
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