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lunes, 18 de noviembre de 2013

YNGWIE MALMSTEEN - Teatro Flores


Máxima velocidad, infinita nostalgia

Ante un público entusiasta, el legendario guitarrista sueco volvió a la Argentina en un show con algunos contratiempos



Calor, sudor y mucho humo rodeaban los instantes previos a una nueva presentación de Yngwie Malmsteen en Argentina (la primera después de seis años). Ya los locales Arpeghy habían hecho lo suyo, demostrando su cada vez mayor poder de convocatoria, debido a la incorporación del vocalista Alejandro Fernández, quien demostró sus dotes en la precisa versión de I want it all de Queen

Y finalmente, antes de la hora pactada (reestructuración debida a la cancelación de Instinto Salvaje como soporte) el sueco salió a escena junto a su banda: el bajista Ralph Ciavolino, el vocalista/tecladista Nick Marino y un joven sesionista ocupando el lugar de Patrick Johansson en la batería

Ya la falsa pared de amplificadores Marshall que oficiaba como telón de fondo del escenario marcaba a las claras que Malmsteen, luego de tres décadas sobre las tablas, seguía fiel a su estilo, el cual influyó a toda una generación de guitarristas virtuosos, llevando al extremo el sendero marcado por Ritchie Blackmore, a medio camino entre Hendrix y Paganini

El sonido, fuerte y limpio fue una constante del show, el cual arrancó con la potencia del clásico Rising Force seguido del nuevo Spellbound (título del último trabajo del sueco). Si bien a nivel vocal Marino (sumados los coros del bajista y del propio Yngwie) no presenta problemas a la hora de interpretar el material clásico, se siente la falta de un cantante solista, más teniendo en cuenta el buen nivel mostrado por Ripper Owens y Doogie White en las últimas formaciones de Rising Force.

De todos modos queda a las claras quien es el jefe a quien nadie puede opacar: revoleando puas constantemente, gesticulando por demás en los solos, tocando con los dientes y tomando la guitarra como si fuese un juguete, el sueco deja en claro que es su show y que los demás son convidados de piedra, simples partenaires de un espectáculo que da permanentemente la sensación de que se podría prescindir de ellos en cualquier momento

Promediando el show y luego de la sorpresa de la inclusión de Never die (de su logrado The seventh sign de 1994) y el momento romántico con Dreaming, desde el público voló un zapato que rozó la cabeza del sueco, quien visiblemente ofuscado se retiró del escenario. Mientras el verborrágico Ciavolino explicaba que el guitarrista no saldría a escena nuevamente hasta que el agresor se retirara del recinto, se vivió una bizarra escena con los encargados de seguridad intentando encontrar al culpable mirándole los pies.
Luego de casi un cuarto de hora de interrupción, y ya con el ambiente más calmo, Malmsteen salió a escena nuevamente, aunque con una actitud un tanto más parca y buscando sacarse de encima lo que quedaba de concierto.

Fue así que sonaron buenas versiones de Blue y Fugue, antes de un innecesario solo de batería y el cierre formal con la coreada Heaven tonight y el bis con I´ll see the light tonite, el primer gran hit del sueco, en una versión algo insìpida, lo cual mostró que muchas veces, vivir recreando el pasado solo sirve para recordar lo bueno que fue
  


SETLIST

Rising Force
Spellbound
Damnation Game
Overture/ From a Thousand Cuts / Arpeggios from Hell
Never Die
Badinerie
(Bach cover)
Adagio
(Niccolò Paganini cover)
Far Beyond the Sun
Acoustic Solo
(Incl. Prelude To April)
Dreaming (Tell Me)
Into Valhalla
Baroque and; Roll
(interrupción del show)

Trilogy Suite Op: 5
Blue
Fugue
Drum Solo
Heaven Tonight

Encore:
I'll See the Light Tonight


Reseña por @aledocarmo
Fotos gentileza Fedeeche Fotos de Rock  y Victor Spinelli Rock en Fotos
Agradecemos la colaboración de Nicolas Tavella de MTS Producciones

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